viernes, 26 de abril de 2013

La transgresión al origen del arte



Por: Rodrigo Olivares

En la actualidad la conceptualización entorno a un objeto es de vital importancia para posicionarlo como arte; es decir una pieza digna de ser exhibida en un museo.  De un tiempo para acá observamos con recurrencia en los museos obras que de no ser por la cédula y la explicación de la curaduría no consideraríamos arte, es entonces donde el andamiaje de la narrativa entorno a los objetos crea un espacio más literario que sensitivo sobre la obra presentada en la sala.

El retomar aspectos estéticos de expresiones artísticas de pueblos indígenas, originarios o del llamado arte pop, también resulta recurrente en ciertas exposiciones. La falta de productos artísticos innovadores se resuelve con una exposición en pro del folklor mexicano, sin darnos cuenta que en realidad ese occidentalismo de “folklor”, suele ser un “deja vú” del hecho de mostrar nativos africanos en el museo de historia natural de Austria en el siglo XIX.

La provocación al espectador como único fin de ciertas instalaciones que buscan exaltar o disminuir determinados valores de la arquitectura en la cual se presentan, alejan el sentido de la belleza artística convencional, distorsionan  las cosmovisiones y crean un errado  arte popular.
En la exposición temporal de día de muertos en el Museo Dolores Olmedo, la artista que ofrecía a la venta su trabajo de alfarería en el interior del museo, era la misma  creadora de tres piezas de barro verde que se exponían en la sala de exposiciones temporales. El curador le explicaba la disposición de la museografía, hasta el momento que ella vio su creación expuesta, a lo que simplemente respondió tocándola, seguida de una llamada de atención sutil del curador que le informaba que no la podía tocar.


La transformación del objeto en arte actualmente resulta casi esotérica, o repleta de explicaciones e interpretaciones  sobre un tema, por ejemplo la exposición fetiches críticos residuos de la economía general, en la cual el objeto de arte era la mochila convertida en instrumento para vender discos piratas en el metro de la ciudad de México, o simplemente una aspiradora.
La denominación misma de lo que es o no arte, también se presenta entre quien es o no artista.  ¿Por qué llamar artesana (o)[1] a quien en realidad puede conseguir una mayor exaltación del ser con un método más detallado, a diferencia del arte actual que implica poner una aspiradora al medio de una sala de museo?

Los conceptos con los cuales se arma el cuerpo de una exposición de arte contemporáneo resultan ser casi innecesarios en exhibiciones en donde el objeto visual y sensitivamente habla directamente con el espectador. 

Los contextos y conceptos de los cuales se arman las exposiciones de arte contemporáneo se están nutriendo con mayor regularidad del origen del arte mexicano,[2] así como también, de los objetos que día a día  se cruzan en nuestra vida cotidiana.

Al parecer podemos observar arte en una grabación de 20 minutos a la entrada del Museo Universitario de Arte Contemporáneo en la cual se muestra una cúpula de cemento siendo impactada por disparos de escopeta, en la rigurosidad del método arquitectónico del Museo Nacional de Arte, o mientras uno pasea por Oaxaca y puede hacerse de una obra de arte en barro verde por no mas de 500 pesos.

¿Quién determina los conceptos y vanguardias artísticas? El curador viajero que se topó con toda la carga estética de la muerte en los pueblos indígenas, o el creador de contextos y conceptos que puso la proyección de la cúpula de cemento, o mejor aún, quién exaltó lo mágico y esotérico que resulta un viaje por las culturas de América Latina.

En ocasiones como espectador siento que existe “la transgresión al origen del arte”.



[1] Refiriéndonos a la forma de organización piramidal donde el artesano es menos que el artista.
[2] Alfarería, trajes típicos, instrumentos musicales prehispánicos, textiles, herramientas, entre otros.

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