Por: Rodrigo Olivares
La formación del concepto de identidad
mexicana posterior a la revolución de
1910 derivó en una serie de reivindicaciones culturales tan comunes en la
población como sus propias tradiciones. La búsqueda de figuras, iconos e historia
que evocaran a lo mexicano convirtió el maguey, (entre muchas figuras estéticas
mas) en un símbolo elemental para la filmografía del país de los años cuarenta y cincuenta. La
documentación fotográfica del movimiento armado no solo posicionó la figura de
Zapata y Pancho Villa como una evocación
a lo nacional, sino también figuras como los grandes llanos con hileras
interminables de magueyes, el México
predominantemente rural con sus campesinos en labor de la tierra y de sus
bebidas.
La importancia del maguey no solo
está en su imagen, también se encuentra en las utilidades de sus 254 especies, para
elaborar: tequila, fibras (heneqén), medicinas (en la época prehispánica y
colonial), mezcal y por supuesto pulque. La importancia del pulque como
referente cultural del país se encuentra en el hecho de su resurgimiento como
símbolo de vanguardia e identidad en plena globalización.
El pulque y sus pulquerías son
uno más de los conceptos culturales endémicos que se niega a perderse dentro de
la oleada homogeneizadora de la globalización. Las pulquerías nacen de la
demanda natural de la población al esparcimiento y la relajación. El pulque
previo al primer indicio de un establecimiento físico de cuatro paredes
denominado pulquería, se comercializó legalmente entre los años 1521-1523
posterior a la conquista española, esta actividad comenzó como resultado de la
caída de la figura ritual y solemne que se mantenía en el imperio azteca.
La bebida embriagante de alta
disponibilidad no tardó en generar problemas para el nuevo gobierno, la despenalización
del consumo de pulque para la población en general rompió con el estricto
control del antiguo imperio, promovió la
vagancia, el desasosiego y el libertinaje. Pronto la corona española impuso los reglamentos
necesarios para la distribución y consumo de la bebida de los dioses. Es así
como nacen las pulquerías, un lugar el cual se expendía alcohol en forma de
pulque en determinados horarios con un ambiente de relajación, para mitigar lo
que en la actualidad se llama stress.
Las pulquerías generaron
encadenamientos económicos que mucho le beneficiaban a la Nueva España, así
como a los subsiguientes regímenes de gobierno bastante convulsos hasta el
siglo XX. La única estabilidad económica y social que se percibió en 454 años fue el ambiente
dentro de las pulquerías. Un espacio que con el tiempo se convirtió en el
refugio perfecto de las desventuras, desamores situaciones caóticas de las
vidas imperfectas de quien las visitaba. Músicos, juegos de azar como la
rayuela, los volados, con un sinnúmero de conversaciones sin fin alguno que
mitigaban el panorama sombrío detrás de sus puertas.
La vanguardia mexicana retomó la
pulquería como un símbolo de arte puro, influenciados quizá por las fotografías
de Hugo Breheme (1910) “Tlachiquero”[1]
y “Los borrachos”. Diego Rivera y O´ gorman vieron en el ambiente de las
pulquerías un lugar propio para algunas de sus tertulias, derivando en una
mítica práctica de muralismo dentro de ellas, conceptualizando la ironía de la
espontánea picardía mexicana ante la lucha de clases. El contexto de la
pulquería siempre se ha ostentado como un lugar para la clase trabajadora,
campesina y pobre.
Frida Kahlo con el precedente de
Rivera y O´ gorman en 1943 promovió con sus alumnos de La Esmeralda llenar de
murales “La Rosita”, pulquería cercana a su casa en Coyoacán. La práctica
estética vanguardista de Frida se acopló con su cercanía a la clase popular con
claro contrapeso burgués, mientras que mantenía la línea del arte para las
masas. La Rosita actualmente atendida por Lalo Albert dice en forma muy segura
– Esta es La Rosita, la que pintó Frida y sus alumnos de la esmeralda, las
pinturas están debajo de los mosaicos. Estoy esperando que venga el profesional
que contraté para que los quite, pero con cuidado, no sea que se lleve un cacho
de pintura – Claro que se trata de una broma pues esta no es la misma que Kahlo
pintó.
El ambiente desenfadado, aserrín
en el piso, azulejo en todas las paredes y la rockola al medio, forman parte de
la disposición del espacio de la pulquería, misma que retrata atinadamente la
película “La pulquería”, esta se convierte de nuevo en una forma de hacer
presente en el cine, el concepto claro de la decadencia y refugio de las clases
menos favorecidas. La ironía se hace presente esta vez en los diálogos llenos
de doble sentido que pueden servir a la
vez de claro ejemplo del como se generan nuevos nichos culturales dentro de las
crisis económicas.
El empuje publicitario así como
nuevas estrategias empresariales del duopolio de la cerveza en México,
posicionaron a esta bebida como la más preferida por las clases populares. La crisis económicas recurrentes del país llevan
a la par un abandono casi total de las actividades agrícolas, disminuyendo así
la producción de pulque, la nueva demanda sesgada hacia la cerveza hizo
parcialmente desaparecer las pulquerías de la ciudad de México hacia la década
de los 90.
En la actualidad es posible
visitar estos lugares que se niegan a desaparecer en algunas calles del centro histórico
y los emblemáticos barrios de la delegación Cuauhtémoc, Xochimilco, entre
otras. Los nombres de las pulquerías bien nos pueden dar una muestra del
colorido qué es el hambiente dentro de ellas, con nombres como: No más no
llores, La Quebradora, La hija de los Apaches, Las Duelistas, El Templo de
Diana, Los Charros, La Gran Canoa… Se puede apreciar dentro de ellas todas las
grandes variedades de pulque curado directamente del valle de Apan Hidalgo.
En el siglo XXI la
concientización de la cultura mexicana es vital para observar mas allá de los
nuevos esquemas de creación artística y cultural. La reivindicación de
conceptos como el día de muertos con la reproducción artística fundamentada en
las calaveras de Posada; con la ideología ritual prehispánica, ó el esfuerzo de
algunos difusores culturales, como cronistas de Xochimilco y el DF en general,
en preservar la figura estética de las pulquerías, son vitales para la
ostentación de una identidad única, una cultura que nos haga diferentes a la
reproducción en masa de conceptos artísticos occidentales vacios.
[1] El
que raspa el centro del maguey para sustraer el aguamiel que posterior a su
fermentación será pulque.
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