viernes, 24 de mayo de 2013

Sobre la cultura del vestir el excedente

Por Rodrigo Olivares
Si hacemos un pequeño ejercicio de observación en las expresiones artísticas desde la literatura hasta el cine,  encontraremos que los problemas de ingobernabilidad y crimen organizado en México no son nuevos. En la novela El Zarco, Ignacio Manuel Altamirano ya se daba cuenta de un país convulso, que por casualidad o quizá ya por un origen cultural, la novela  también se desarrolla en la región de Tierra Caliente[1] misma región que hoy sufre los estragos de la delincuencia.
Dicha comparación se justifica por el simple hecho de la coincidencia entre las líneas de la novela “El Zarco” con un dialogo de la película “El Infierno” de Luis Estrada. En la novela de Altamirano se lee:  “díganme ustedes si esto es vida; no: es el infierno(…)”. Mientras que en la película que hace referencia al título, en uno de los diálogos del coprotagonista se menciona -“(…) me cae que esta vida es el cabrón infierno”.

Kandinsky solía decir que cada artista y su obra son hijos de su propia época. Las implicaciones sociales en el arte, sirven de eje para proponer una narrativa inspirada en los sucesos que día a día  viven los escritores o los creadores de cine. En la portada del manuscrito de la novela El Zarco se lee: “El Zarco, episodios de la vida mexicana en 1861-63”.

En la novela de Altamirano y en el Film de Estrada se retrata de forma impecable la cultura de vestir el excedente generado de las actividades delictivas. En Altamirano se configura el estereotipo del bandido inmoral y sinvergüenza de la época: Sombrero de ala ancha, bordado con cinta de plata y rematado con estrellas de oro.  Ostentación exagerada de adornos de plata, desde la botonadura de la chaqueta hasta las monturas de sus caballos, las armas con empuñaduras de marfil e incrustaciones de piedras preciosas.

La estética de los Plateados del siglo XIX no es distante a la menos poética del “Cochiloco” y los Reyes de la película de Estrada:  Armas de oro con incrustación de diamantes, camisas de seda, joyas y un sinfín de extravagancias. Los caballos de gran raza, los sombreros caros, las monturas y los accesorios caros, son en la actualidad; camionetas 4x4, ropa de marca Polo, Paco Rabanne, entre otras. Al parecer el gusto por la moda, la delicadeza y la sobriedad comienza a ser el sello distintivo de las nuevas generaciones de narcotraficantes.
La cultura de los nuevos “géneros” musicales como el denominado “movimiento alterado” o “sierreño” son una muestra clara de lo aspiracionales que llegan a ser actividades delictivas como el secuestro o el narcotráfico, con miras de avanzar a la siguiente  escala social. La cultura de consumo de bienes suntuarios como las bebidas alcohólicas de alto precio, ropa, o simplemente cualquier mercancía que ostente una marca tasada en miles de dólares resultan de gran atracción para el avance en la escala social.

La desregulación financiera así como la globalización de los mercados de valores, evolucionó la forma de lavar el dinero y derivó en una ruptura estética del prototipo de narcotraficante, el nuevo mundo financiero impactó en la forma del como vestir, la sobriedad de las nuevas generaciones de narcotraficantes es notable pues las extravagancias tienden a disminuir.

No suele ser tan descabellada esta hipótesis, pues dentro de formación profesional que  ostentan los hijos de capos de la mafia mexicana figuran Finanzas, Negocios Internacionales, Administración de empresas, entre otras.[2] 

Del bandido que aprovechaba la coyuntura de ingobernabilidad de la guerra de reforma, hasta el narcotraficante que se hace cada vez mas espacio en la vida financiera globalizada del siglo XXI, las rupturas estéticas y culturales suelen ir acompañadas de los nuevos modos  producción económica, al final todos los artistas con sus obras son hijos de su propia época. 

Ver también:
Periódico El Economiasta: "Vicentillo", la nueva casta de narcos
Periódico El Universal: “La moda a través del narcotráfico”
Revista Quién: “Un narco junior con estilo”



[1] Zona comprendida entre los estado del sureste de Michoacán, el noroeste de guerrero y el suroeste de los estados de México y Morelos.
[2] De acuerdo con Luis Astorga, director de la cátedra "Transformaciones económicas y sociales sobre el fenómeno internacional de las drogas" de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), aseguró que el cambio generacional en las familias del crimen organizado permite que se tenga mayor nivel educativo.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario